agosto 11, 2009

The ugly truth

Los días se alargan... y las noches también... compruebo en mi cuerpo que ya no soy tan joven, pero la cabeza, que siempre es la que manda, sigue funcionando en automático hasta dormida... imposible desconectarse, ni disfrutar una cena con amigos... tambaleándome camino a casa, mareada de la falta de sueño y el exceso de cigarros y café en el cuerpo...

Pensando en probar nuevos drugs cocktails para mantenerme hiperalerta, con los ojos hinchados de ver la pantalla todo el día, escuchando Drexler para levantar el ánimo y Radiohead para los golpes de realidad... un poco más de café... los días pierden las horas, las horas pasan volando y es de día nuevamente... y de noche, y el desvarío, las conductas erráticas y los nudos en la espalda empiezan a emerger... y hasta el hambre se evapora entre tablitas excel y un inexistente theoretical framework.

Mañana, en unas 5 horas, será otro día, el mismo cuento, vamos que se puede, solo quedan 9 to go... u 8? qué hora es?... tengo hambre... no me levanto de la silla hasta que termine esto... mind break for 5 minutes before going back to the analysis...

Esto es una dissertation, Paola-London-LSE-en-inglés-lejos-de-Jaime style

PS: y asumo toda responsabilidad de principio a fin... de hecho no me quejo, el automata mode no incluye esa función

PS2: ahora tiene sentido esa vez que me dijeron "roboc sin sentimientos"

agosto 01, 2009

Quinta parte: La levedad y el peso (10)

Entre los hombres que van tras muchas mujeres podemos distinguir fácilmente dos categorías. Unos buscan en todas las mujeres su propio sueño, subjetivo y siempre igual, sobre la mujer. Los segundos son impulsados por el deseo de apoderarse de la infinita variedad del mundo objetivo de la mujer.

La obsesión de los primeros es lírica: se bucan a sí mismos en las mujeres, buscan su ideal y se ven repetidamente desengañados porque un ideal es, como sabemos, aquello que nunca puede encontrarse. El desengaño que los lleva de una mujer a otra le brinda a su inconsistencia cierta disculpa romántica, de modo que muchas mujeres sentimentales pueden sentirse conmovidas por su terca poligamia.

La segunda obsesión es épica y las mujeres no ven en ella nada conmovedor: el hombre no proyecta sobre las mujeres un ideal subjetivo; por eso todo le resulta interesante y nada puede desengañarlo. Y es precisamente esa incapacidad para el desengaño la que contiene algo de escandaloso. La obsesión del mujeriego épico le produce a la gente la impresión de que no se ha pagado nada a cambio de ella (no se ha pagado con el desengaño).

Debido a que el mujeriego lírico persigue siempre al mismo tipo de mujeres nadie se da cuenta de que cambia de amantes; los amigos le crean permanentemente conflictos porque no son capaces de diferenciar a sus amigas y les atribuyen siempre el mismo nombre.

Los mujeriegos épicos (y por supuesto que Tomás es uno de ellos) se alejan cada vez más, en su búsqueda de conocimiento, de la belleza femenina convencional, de la que se han hartado rápidamente y terminan, indefectiblemente, como coleccionistas de curiosidades.

Milan Kundera
La insoportable levedad del ser