Hoy es un día normal... es un buen día... es un día sin sobresaltos, sin noticias raras o desagradables... es un día de encuentro conmigo misma, con mi familia, con mi lindo y amado Jaime... hoy soy feliz, será un fin de semana feliz... no me puedo quejar.
Sin embargo, siempre hay cosas que rodean el bienestar, que alteran la paz interior... hay incomodidades diarias que no me dejan ser del todo... pero hoy, de verdad, no importan... después de reafirmarme por milésima vez que no soy ni quiero ser lo que mis padres quieren que sea... después de convencerme de que si soy una buena persona y que lo que hago no está del todo mal... después de golpearme con la realidad de que soy una mujer de 24 años aun dependiente de sus progenitores debo darme un respiro... un respiro de la indeseada perfección buscada por tanto tiempo... de esa maldita manía de hacer todo como los demás quieren menos yo.
Y en ese intertanto de aclaraciones mentales (que debo hacer cada par de meses) me encuentro tranquila, con un hombre que me ama y me dice que no cambiaría nada de mi... y eso, realmente me llena de una emoción que antes desconocía, me embarga de una nostalgia por mis compulsiones y, al mismo tiempo, me hace dejar a un lado mis inhibiciones... me hace sentir feliz.
Yo que siempre pensé que nunca lo lograría, de a poco me importa menos cuánto me critiquen mis viejos y me pongo linda para la persona más importante en mi mundo y sólo eso me satisface... me llena de una nueva esperanza... esperanza de ser una persona nueva, una persona mejor, imperfecta y amada.
Sin embargo, siempre hay cosas que rodean el bienestar, que alteran la paz interior... hay incomodidades diarias que no me dejan ser del todo... pero hoy, de verdad, no importan... después de reafirmarme por milésima vez que no soy ni quiero ser lo que mis padres quieren que sea... después de convencerme de que si soy una buena persona y que lo que hago no está del todo mal... después de golpearme con la realidad de que soy una mujer de 24 años aun dependiente de sus progenitores debo darme un respiro... un respiro de la indeseada perfección buscada por tanto tiempo... de esa maldita manía de hacer todo como los demás quieren menos yo.
Y en ese intertanto de aclaraciones mentales (que debo hacer cada par de meses) me encuentro tranquila, con un hombre que me ama y me dice que no cambiaría nada de mi... y eso, realmente me llena de una emoción que antes desconocía, me embarga de una nostalgia por mis compulsiones y, al mismo tiempo, me hace dejar a un lado mis inhibiciones... me hace sentir feliz.
Yo que siempre pensé que nunca lo lograría, de a poco me importa menos cuánto me critiquen mis viejos y me pongo linda para la persona más importante en mi mundo y sólo eso me satisface... me llena de una nueva esperanza... esperanza de ser una persona nueva, una persona mejor, imperfecta y amada.
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